Asociación Colombiana contra la Depresión y el Pánico

Aprender a caminar con lo que duele

.

Lo que aprendí durante mi paso por Asodep:

A veces esperamos que la vida nos devuelva respuestas inmediatas, como si todo debiera resolverse al ritmo de un clic. Pero la verdad es que los procesos de sanación no responden al deseo ni al apuro. Las enfermedades, más que tratarse, se aprenden a manejar. Y en ese camino vamos llenando una cajita de herramientas que se vuelve valiosísima: paciencia, humildad, confianza, aceptación.

Una de las trampas más sutiles es la de exigirse demasiado. Nos castigamos por no estar «mejor», como si no fuera suficiente simplemente estar haciendo lo posible. Nos olvidamos de que no somos doctores, ni superhéroes, solo personas atravesando algo difícil. Tener ansiedad, pereza o tristeza no nos define. Sentirnos mal tampoco significa que estemos fallando.

A veces, el entorno —la familia, las relaciones— puede hacer más difícil el proceso. Pero incluso ahí, vale recordar que nuestro ritmo es válido. Que moverse despacio también es avanzar. Que quedarse quietos, como en una arena movediza, a veces es la manera más sabia de no hundirse más.

Es necesario aprender a bailar al son de la vida, aunque no sea la melodía que esperábamos.
Y sobre todo, dejar de castigarnos por lo que no hacemos, y empezar a felicitarnos por lo que sí hacemos, aunque parezca pequeño.

Porque cuando aparece la voz dura que juzga y critica, no eres tú. Son voces aprendidas, antiguas, que repiten cosas que ya no necesitas creer.
Escucharlas no significa obedecerlas.

Hoy te invito a eso: a caminar más suave contigo, a no definirme por una condición, a permitirme sentir el vacío sin miedo.
A saber que sentir no mata. Que estar mal no me quita dignidad.
Y que estoy aprendiendo, como todos.

CL

Spread the love

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *